El eterno efecto y las infinitas causas
Escribir se ha vuelto mi meditación sagrada y contemplación más pura de la vida.
Cuando escribo, siento que le rindo honor a todo lo que soy, a lo que fui, y me permito ser un portal entre lo que está creado y lo que no, entre lo que quiere nacer y lo que debe morir, y entre lo que existe y lo no existente ante mis sentidos tridimensionales.
Hoy es un día lluvioso, en mi temporada favorita (el Otoño)... y es increíble cerrar los ojos y escuchar cómo cae la lluvia. No cae solo al piso, cae en las hojas de los árboles y en las hojas del suelo otoñal. Cae en la grama del patio y en el techo de mi hogar; y así como cae, se traga el ruido, y todo lo que se escucha es la lluvia, como si no hubiera nada más. Para poder escuchar los pajaritos, hay que estar cerca, o ellos deben de gritar (no creo que los pájaros griten, pero, entiendes lo que escribo).
Me recuerda temporadas de la vida en las que el vacío también se lo traga todo...
Pero, no hablo de vacíos tristes, hablo de vacíos como los agujeros negros del cosmos, o lo llamamos mejor la conversión de estrellas. Sí, los agujeros negros se forman después que las estrellas mueren. Es una de las opciones de muerte de una estrella. Una estrella puede convertirse en un “black hole” (agujero negro), en una “white dwarf” (enana blanca) o en una “neutron star” (estrella de neutrones). Todo depende de su masa solar…todo depende de cuan grande y cuanta luz emitía…es una maravilla!
Y volviendo a mi idea, esos vacíos en los que escoges brillar sin que ninguna circunstancia te detenga. Ese tipo de felicidad y entusiasmo por la vida que arrasa con todo lo negativo, y todo el golpe recibido lo alquimizas a oro en su totalidad. Ese tipo de estilo en el que todo lo utilizas a tu favor y ya nada te detiene o te preocupa. El tiempo ya no te mueve, te mueves con el tiempo. Nada te cambia, te vuelves eterno, imparable, inmovible…
Y así, la vida sigue siendo este umbral constante entre el ruido y el silencio, entre la estrella que explota y el agujero negro que queda. ¿Y si no resolvemos la paradoja? ¿Y si solo nos permitimos habitarla por completo? Honrar lo que somos y reconocer ese portal: somos el vacío, la lluvia y la luz que escoge brillar, incluso cuando nada más puede ser escuchado. Somos la maestría que alcanzamos cuando dejamos de ser víctimas de las circunstancias y el eterno efecto, y nos convertimos en el motor de nuestra propia conversión, las infinitas causas.
Un agujero negro es el remanente más denso de una estrella que ha muerto; es la manifestación final de su existencia, y la mas misteriosa, la menos conocida, la mas temida, la mas poderosa.
¿En qué “vacío” de tu vida has decidido convertirte en una estrella?